Yorgos Seferis. |
Yorgos Seferis, junto a Konstantin Kavafis -al que ya hemos dedicado una entrada en este blog (ver referencia abajo de este comentario) - y Odisseas Elytis, es uno de mis poetas griegos preferidos. Heredero de esa tradición del viaje de retorno que inició Homero con su Odisea, dicen sus traductores (Sela Alcira y Fernando Segovia) (*): Todo en los poemas de Seferis es regreso. Regreso imposible si se quiere, pero siempre en curso, como el de Ulises en la Odisea. Quizá por eso para él no hay nada más griego que el viaje de vuelta, que carga a las espaldas la nostalgia de una tierra a la que hay que regresar, siempre regresar, pues acaso sea verdad que una patria no es nunca el lugar del que se parte sino siempre el lugar al que se vuelve.
Como me ocurrió con Hölderlin - ver entrada en este blog -, Seferis también me inspiró para realizar un trabajo de arterapia basado en ese viaje de retorno que no es más que el viaje de retorno a sí mismo y que, en cierta manera, es también el viaje que permite salir del espejismo de la proyección para poder "ver al otro". La patria en la que nacemos tiene algo de meramente accidental, y si bien nuestro nacer en esa patria nos une a una lengua, a una cultura, a unos valores y unas gentes, también es cierto que es al precio de alejarnos de nosotros mismos. Es, en ese sentido, que nuestro viaje, o aquellos que quieran tomarlo, no es más que un viaje de vuelta hacia nuestro verdadero hogar. Un viaje, por seguir a Jung, hacia nuestra individuación, o para completar nuestra gestalt existencial, por decirlo en gestáltico. Quizá, como ya hemos visto en numerosas ocasiones a partir de los trabajos de Jung, o más recientemente de Joseph Campbell, ese viaje tiene algo de inalcanzable (la Itaca de Kavafis) y, sin embargo, es en su inalcanzabilidad donde reside ese hogar que no es más que el mismo viaje.
I. MYTHISTÓRIMA (NOVELA) - 1935 -
Partiremos para nuestro comentario de algunos versos correspondientes a su libro de poemas titulado Mythistórima (Novela) - 1935 -, versos precisamente basados en la Odisea. Y así, en su canto IV - Argonautas - empieza con unos versos que dicen:
Y si el alma a sí misma
se quiere conocer
es en un alma
donde debe mirar:
al extranjero y al enemigo en el espejo lo hemos visto.
Versos que nos refieren directamente al Primer Alcibíades de Platon, donde la cuestión de la que se trata en este diálogo es el de "conocerse a sí mismo". Seferis parece indicarnos que aquel encuentro hacia el que vamos, y que quizá más que un viaje a "conocerse a sí mismo" sería interesante redefinirlo como un viaje a "conocer al sí mismo", parte, en muchas ocasiones, de una situación de estancamiento vital. Creo que la redefinición de "conocer el sí mismo" encaja mejor con el espíritu platónico que entiende el "conocerse a sí mismo" socrático con el "cuidado de sí mismo". Y esto cabe considerarlo del texto de Platón cuando, y concretamente en el siguiente pasaje, nos dice:
Y es en ese sentido que Seferis, como Platon, nos advierte que la dificultad para ver al otro no es más que un reflejo de la dificultad de ver en nuestro interior. Dice Platon: Todo hombre que no conoce las cosas que están en él, no conocerá tampoco las que pertenecen a otro. [2] Y así nos dice el poeta con los densos versos del canto VII:
Cada quien te escribía las mismas cosas
y cada quien callaba en presencia del otro
mirando cada uno para sí el mismo mundo
la luz y la tiniebla sobre la cordillera
y a ti.
¿Quién quitará esta pena de nuestros corazones?
En la tarde de ayer un chubasco y otra vez hoy
el cielo que nos pesa encapotado. Y los pensamientos
igual que ayer en el chubasco las agujas de los pinos
inútilmente amontonados en la puerta de nuestra casa
intentan levantar una torre que se hunde.
Esa desconexión interna que se refleja como una desconexión externa, y viceversa, toma en Seferis la forma de aquel estancamiento en el que, en ocasiones, nos encontramos en nuestro camino, aquel lugar, aquella isla, por seguir a Kavafis, en la que nuestra existencia se bloquea y donde el vacío estéril lo invade todo. Dice el poeta en el canto VIII:
Nuestro país está cercado, todo cerros
que día y noche por techo tienen un cielo bajo.
Carecemos de ríos, carecemos de pozos, carecemos de manantiales,
tan sólo unas cisternas - y vacías, donde resuena el eco - a las que
veneramos.
Un sonido estancado y hueco, igual que nuestra soledad
igual que nuestro amor, igual que nuestros cuerpos.
Y nos parece extraño que alguna vez pudiésemos alzar
las casas nuestras, nuestras chozas, nuestras majadas.
Y nuestras bodas, sus frescas coronas y sus alianzas
se hacen enigmas insondables para el alma.
[...]
Cuando bajamos
a los puertos el domingo a respirar
miramos encenderse en el ocaso
tablones rotos de unos viajes que nunca han terminado
cuerpos que ya no saben como amar.
La conocida definición de Gestalt incompleta dentro del mundo de la psicoterapia Gestalt, se puede también contemplar, en un sentido amplio, y como he propuesto en distintos lugares, como una Gestalt incompleta existencial, es decir, la dificultad de un ser humano para
realizar su existencia, entendida esa existencia como aquella que surge del
desarrollo de la propia experiencia que le relaciona con el mundo externo y también con su propio mundo interno. Esta Gestalt incompleta existencial se caracterizaría por aquel momento en el que se hace presente que nuestra existencia se está empobreciendo, que se hace más incompleta, en tanto en cuanto hemos llegado a un perfecto bloqueo para
experienciarla genuinamente, una pobreza relacionada con la dificultad de ganar
experiencia propia, ya no la colectiva que hemos aprendido en nuestra "patria", sino la que deviene de adquirir criterio propio en relación a nuestra vida. Hay, en el sentido a que aquí mostramos, un claro paralelismo entre la idea de la Gestalt como la tendencia a realizar la propia existencia con el principio de individuación de Jung, quien lo define como:
El proceso de formación y particularización de los seres individuales y, en especial, el desarrollo del individuo psicológico como ser distinto de lo general, distinto de la psicología colectiva. La individuación es, por tanto, un proceso de diferenciación cuya meta es el desarrollo de la personalidad individual. La necesidad de individuación es una necesidad natural, en cuanto impedir la individuación mediante normas inspiradas preponderantemente o casi exclusivamente en criterios colectivos significa perjudicar la actividad vital humana. [3]
El estancamiento es descrito por Seferis como un lugar de soledad, depresión y angustia. Dice en el canto IX:
Si decidí quedarme solo, lo que buscaba
era la soledad, y no un refugio como este,
hecha añicos el alma sobre el horizonte,
estos colores, estas líneas, este silencio.
O en el canto XV:
Apiádate de aquellos que con tanta paciencia esperan
perdidos en los negros laureles, bajo los grávidos sicómoros
y de aquellos que hablan solitarios con aljibes y pozos
y entre las hondas de la voz se ahogan.
Y, finamente, el lamento por haber dejado pasar este precioso tiempo de vida que nos fue concedido. El anuncio de la muerte nos confronta a cómo hemos vivido. Y así escuchamos en el canto XVIII:
Lamento haber dejado pasar un ancho río entre mis dedos
sin beber una sola gota.
Ahora me hundo en la piedra.
Un minúsculo pino sobre la tierra roja,
mi sola compañía.
Cuanto amé se ha perdido con las casas
que eran nuevas el último verano
y se desmoronaron con el viento de otoño.
O la angustia con la que se vive este estancamiento que no es más que una cierta muerte en vida... Ver, por ejemplo, el canto XIX:
Por más que sopla el viento no logra refrescarnos
y bajo los cipreses sigue siendo la sombra muy estrecha
y todo en torno es cuesta arriba a las montañas;
son una carga
los amigos que ya no saben como morir.
II. THERINÓ ILIOSTÁSIO (SOLSTICIO DE VERANO)
Veintiún años después de Mythistórima Seferis publica Tría poiímata krymméno (Tres poemas escondidos) - 1966 - que incluye el poema que aquí nos llama: Therinó Iliostásio (Solsticio de verano). Con la perspectiva del tiempo el poeta nos habla del camino a seguir a pesar de ese estancamiento que, en ocasiones, parece una cárcel sin salida. En este poema Seferis nos habla de esa sabiduría indefinida a la que Platón apunta en su Alcibíades, y para ello nos llama a nos desfallecer. Así en el canto IX:
Rema en el oscuro río
a contracorriente;
recorre el camino ignoto
a ciegas, obstinado,
y busca palabras enraizadas
como el olivo de muchos nudos -
déjalos que se rían.
Desea que pueblen también otras personas
la soledad sofocante de hoy
en este presente aniquilado -
déjalos.
El viento del mar y la brisa del alba
existen sin que se lo pida nadie.
Como ocurre a menudo, y llegados a estos lugares, la definición de esa sabiduría a la que Platon nos dirige se vuelve algo difícil de definir. En el campo de la psicología fue Jung el que más se aproximo a esa definición con sus formulaciones del inconsciente colectivo y con la de los arquetipos y, fundamentalmente, con el arquetipo del sí mismo. El reflejo de una alma en otra alma no es solo externa (el otro externo) sino también interna (el otro interno), y la podemos entender como la mirada del yo abierta hacia la mirada del sí mismo. El alma sesgada del yo mirando y queriendo ver el alma profunda de nuestra propia psique, esa mirada de la que Platon nos dice que se fija "en esta parte del alma donde reside toda su virtud". Y no hay duda que es aquello a lo que Seferis se refiere en su precioso canto VII, del cual sólo cito los últimos versos:
En el pequeño jardín de diez zancadas
puedes contemplar como cae la luz del sol
sobre dos claveles rojos
un olivo y una magra madreselva.
Acepta quien eres.
El poema
no lo sumerjas en los hondos sicomoros
aliméntalo con la tierra y la roca que tienes.
Todo lo demás -
cava ahí para encontrarlo.
Acepta quien eres. Una aceptación que el poeta profundizará en su siguiente canto VIII. Una aceptación que ya Jung formuló en sus conocidas palabras: "Lo que niegas te somete. Lo que aceptas te transforma", y que forma parte del espíritu de la gestalt y que el gestaltista Arnold R. Beisser formuló en su artículo "La paradoja del cambio. Acepta ser como eres" (1970), y en el que nos dice:
el cambio se produce cuando uno se convierte en lo que es, no cuando trata de convertirse en lo que no es. El cambio no tiene lugar merced al intento coactivo realizado por el individuo para cambiar o por otra persona para cambiarlo, pero sí tiene lugar cuando aquel invierte tiempo y esfuerzo en ser lo que es - en entregarse plenamente en la situación actual -. Al rechazar el papel de agentes del cambio, posibilitamos cambio significativo. [5]
Por su importancia vamos a comentar con detalle este canto VII, al que decribiría como el núcleo del poema:
El papel blanco duro espejo
solo devuelve lo que fuiste.
El papel blanco habla con tu voz,
tu propia voz
no la que te place;
El papel en blanco es el espejo de la conciencia en la que se refleja nuestro yo y que nos devuelve la verdadera imagen de lo que somos (solo devuelve lo que fuiste). El papel blanco devuelve una voz, como dice, más real que la propia (la voz del yo), una voz que viene del reflejo que es algo más que la imagen que se refleja en ella. El papel en blanco del poeta entendido como la superficie muda de la conciencia sobre la que se refleja nuestro narcisismo que nos ha hecho despilfarrar la vida, y es así que el poeta continúa:
tu música es la vida
esa que has despilfarrado.
Puedes ganarla de nuevo si lo quieres
si te clavas en esa cosa indiferente
que te echa atrás
al lugar del que partiste.
¿Qué es "esa cosa indiferente" a la que se refiere el poeta dirigiéndonos al lugar del que partimos? Quizá una pista que nos oriente sea la referencia que hace el analista junguiano Walter Boechat cuando dice, citando a James Hillman:
Hillman (1975) recuerda que la memoria en análisis no es sólo un retorno a los hechos localizados en la infancia, como al principio pensamos, sino verdaderamente un retorno a los orígenes, una epistrophé como la que hace Ulises en su retorno a Ítaca. [6]
Hablar del retorno al origen y de la epistrophé, en el contexto en el que es utilizado, nos dirigen a Plotino y a sus Enéadas, en ese movimiento de retorno al "uno", es decir, al origen y que, a mi entender, tienen un claro paralelo con la "indiferencia creativa" de Friedlander y la "coniuctionis" (conjunción) de Jung, a las que hay que entender como el retorno a una mirada, un ver, una actitud a la que nos acerca, a través de unas bellas palabras, el poeta Joan Margarit, palabras que ya cité en la entrada dedicada a Walt Withman en este blog (Walt Withman: existencia y muerte), y que ahora repito:
La vida nos acostumbra, más allá del mezzo del cammin, a la presencia de lejanías, tanto si miramos hacia atrás, como si lo hacemos hacia adelante. A medida que vamos envejeciendo eso se acusa, claro está, hasta que un día nos damos cuenta que las lejanías han ido desapareciendo y que, mires donde mires, todo es igual de cercano. No es una sensación en absoluto desagradable, porque significa que, después de jugar toda la vida en contra de tantas fuerzas, uno empieza a tener de su banda una de las más poderosas del universo, que es la indiferencia. Pero indiferencia en el sentido de una falta de sentimiento a favor o en contra, y aplicable entonces, tanto a una persona como a una estrella. No indiferencia en el sentido de falta de interés, contigua con el significado de la palabra egoísmo. La indiferencia a la que me refiero ahorra la angustia por lo que no es fundamental, y para lo que es ineluctable, aquello que siendo importante, incluso trascendente, no podrá cambiar nunca. Vecina de la lucidez, nos libera justamente de aquello que es superfluo y de lo que es inútil. [7] - traducido del catalán -
Es una mirada, una visión, una actitud que requiere del paso por el tiempo y la experiencia, siempre y cuando se haya acompañado con la consciencia. Es por ello que, en muchas ocasiones, queda reservada para ese "más allá del mezzo del camin", surgiendo esa paradoja a la que alude Margarit entre la lejanía y la cercanía y que, en cierta medida, lo podemos comprender como que la tensión entre los opuestos se relaja, y que esa mirada indiferente es una mirada menos polarizada, más creativa que lo acerca todo más al centro como decían, cada uno a su manera, Friedlander y su punto cero o Jung y la conjunción o la cosa indiferente de Seferis, siendo por ello también, una mirada más desapegada, comprensiva, compasiva y amorosa.
Seferis nos pide que nos enraicemos, que nos fundamentemos en esa "cosa indiferente", por ello indeterminada, indefinida, que se resiste a ser aprehendida por los conceptos humanos y que queda reservada, como experiencia, en lo subjetivo y personal.
Viajaste, muchas lunas has visto muchos soles,
tocaste muertos y vivos
sentiste el dolor del joven
y el lamento de la mujer
la tristeza del niño inmaduro -
lo que sentiste se derrumba irreal
sino confías en este vacío.
Tal vez halles ahí lo que creías perdido;
el brote de la juventud, el justo naufragio de la edad.
Sólo ese centro, ese vacío, esa "cosa indiferente" parece lograr dar sostenimiento al ser y a la existencia, a la propia existencia y a su recorrido. Cuando leo esta poesía recuerdo la de Walt Withman "Me siento a contemplar", donde los horrores de la vida son simplemente contemplados, o como dice Walt: "me siento a contemplar, a ver, a oír, y permanezco mudo". Fuera de ese enraizamiento en la "cosa indiferente", el poeta nos dice "lo que sentiste se derrumba irreal", es decir, en el sinsentido. Cito otra vez a Walt: "¡Oh mi yo!, la pregunta triste que vuelve - ¿qué de bueno hay en medio de estas cosas, oh, mi yo, oh vida?". Este sostenimiento sobre algo que no se puede conceptualizar es también descrito por Jung hacia el final de su vida, cuando en la autobiografía escrita con Aniella Jaffé dice:
De nada estoy seguro del todo. No tengo convicción alguna definitiva, propiamente de nada. Sólo sé que nací y existo y me da la sensación de que soy llevado. Existo sobre la base de algo que no conozco. Pese a toda la inseguridad, siento una solidez en lo existente y una continuidad en mi ser. [8]
Es ese vacío en el que tenemos que confiar, esa cosa indiferente en la que nos tenemos que clavar y donde uno halla finalmente sus repuestas. Aniella Jaffé decía de Jung, como podría decir de Kavafis o Seferis:
Para él, el sentido provenía de una larga vida, rica en experiencia y de más de medio siglo de investigación sobre la psiquis humana. Encontró una respuesta que le satisfizo, que coincidía con su conocimiento científico pero que no pretendía ser científica. No existe una respuesta objetivamente válida a la pregunta del sentido; pues, además del pensamiento objetivo, la valoración subjetiva también juega un papel. Cada respuesta constituye un mito que el hombre crea para responder a lo que no tiene respuesta. [9]
Los versos finales de esta magnífica poesía dicen:
Tu vida es lo que has dado
este vacío es lo que has dado
el papel en blanco.
__________________
[*] Los versos que se citan en este comentario son de la traducción de Yorgos Seferis por parte de Sela Alcira y Fernando Segovia: Mythistórima. Poesía Completa. Galaxia Gutemberg.
[1] Platón. Obras completas de Platón, vol. I. El primer Alcibíades. Siltolá, Clásicos Recuperados.
[2] Ídem anterior.
[3] Jung, C. G. Tipos psicológicos. Definiciones. Edhasa. Par. 854
[4] Ver nota 1
[5] Bleiser, Arnold. La paradoja del cambio: Acepta ser como eres, en Teoría y técnica de la psicoterapia guestáltica. Amorrortu editores.
[6] Boechat, Walter. El mito y la individuación. Ediciones WB, pág. 218 (citando a James Hillman)
[7] Margarit, Joan. No era lluny ni dificil. Ed. Proa. Texto procedente del prólogo del autor.
[8] Jung, C. G. Recuerdos, sueños, pensamientos. Biblioteca breve. Seix Barral. pág. 375
[9] Jaffé, Aniella. El mito del sentido en la obra de Jung. Editorial Mirarch, pág. 23
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I. MYTHISTÓRIMA (NOVELA) - 1935 -
Partiremos para nuestro comentario de algunos versos correspondientes a su libro de poemas titulado Mythistórima (Novela) - 1935 -, versos precisamente basados en la Odisea. Y así, en su canto IV - Argonautas - empieza con unos versos que dicen:
Y si el alma a sí misma
se quiere conocer
es en un alma
donde debe mirar:
al extranjero y al enemigo en el espejo lo hemos visto.
Versos que nos refieren directamente al Primer Alcibíades de Platon, donde la cuestión de la que se trata en este diálogo es el de "conocerse a sí mismo". Seferis parece indicarnos que aquel encuentro hacia el que vamos, y que quizá más que un viaje a "conocerse a sí mismo" sería interesante redefinirlo como un viaje a "conocer al sí mismo", parte, en muchas ocasiones, de una situación de estancamiento vital. Creo que la redefinición de "conocer el sí mismo" encaja mejor con el espíritu platónico que entiende el "conocerse a sí mismo" socrático con el "cuidado de sí mismo". Y esto cabe considerarlo del texto de Platón cuando, y concretamente en el siguiente pasaje, nos dice:
—Mi querido Alcibíades, ¿no
sucede lo mismo con el alma? Para verse ¿no debe mirarse en el alma, y en esta
parte del alma donde reside toda su virtud, que es la sabiduría, o en cualquier
otra cosa a la que esta parte del alma se parezca en cierta manera? [1]
Y es en ese sentido que Seferis, como Platon, nos advierte que la dificultad para ver al otro no es más que un reflejo de la dificultad de ver en nuestro interior. Dice Platon: Todo hombre que no conoce las cosas que están en él, no conocerá tampoco las que pertenecen a otro. [2] Y así nos dice el poeta con los densos versos del canto VII:
Cada quien te escribía las mismas cosas
y cada quien callaba en presencia del otro
mirando cada uno para sí el mismo mundo
la luz y la tiniebla sobre la cordillera
y a ti.
¿Quién quitará esta pena de nuestros corazones?
En la tarde de ayer un chubasco y otra vez hoy
el cielo que nos pesa encapotado. Y los pensamientos
igual que ayer en el chubasco las agujas de los pinos
inútilmente amontonados en la puerta de nuestra casa
intentan levantar una torre que se hunde.
Esa desconexión interna que se refleja como una desconexión externa, y viceversa, toma en Seferis la forma de aquel estancamiento en el que, en ocasiones, nos encontramos en nuestro camino, aquel lugar, aquella isla, por seguir a Kavafis, en la que nuestra existencia se bloquea y donde el vacío estéril lo invade todo. Dice el poeta en el canto VIII:
Nuestro país está cercado, todo cerros
que día y noche por techo tienen un cielo bajo.
Carecemos de ríos, carecemos de pozos, carecemos de manantiales,
tan sólo unas cisternas - y vacías, donde resuena el eco - a las que
veneramos.
Un sonido estancado y hueco, igual que nuestra soledad
igual que nuestro amor, igual que nuestros cuerpos.
Y nos parece extraño que alguna vez pudiésemos alzar
las casas nuestras, nuestras chozas, nuestras majadas.
Y nuestras bodas, sus frescas coronas y sus alianzas
se hacen enigmas insondables para el alma.
[...]
Cuando bajamos
a los puertos el domingo a respirar
miramos encenderse en el ocaso
tablones rotos de unos viajes que nunca han terminado
cuerpos que ya no saben como amar.
El proceso de formación y particularización de los seres individuales y, en especial, el desarrollo del individuo psicológico como ser distinto de lo general, distinto de la psicología colectiva. La individuación es, por tanto, un proceso de diferenciación cuya meta es el desarrollo de la personalidad individual. La necesidad de individuación es una necesidad natural, en cuanto impedir la individuación mediante normas inspiradas preponderantemente o casi exclusivamente en criterios colectivos significa perjudicar la actividad vital humana. [3]
El estancamiento es descrito por Seferis como un lugar de soledad, depresión y angustia. Dice en el canto IX:
Si decidí quedarme solo, lo que buscaba
era la soledad, y no un refugio como este,
hecha añicos el alma sobre el horizonte,
estos colores, estas líneas, este silencio.
O en el canto XV:
Apiádate de aquellos que con tanta paciencia esperan
perdidos en los negros laureles, bajo los grávidos sicómoros
y de aquellos que hablan solitarios con aljibes y pozos
y entre las hondas de la voz se ahogan.
Y, finamente, el lamento por haber dejado pasar este precioso tiempo de vida que nos fue concedido. El anuncio de la muerte nos confronta a cómo hemos vivido. Y así escuchamos en el canto XVIII:
Lamento haber dejado pasar un ancho río entre mis dedos
sin beber una sola gota.
Ahora me hundo en la piedra.
Un minúsculo pino sobre la tierra roja,
mi sola compañía.
Cuanto amé se ha perdido con las casas
que eran nuevas el último verano
y se desmoronaron con el viento de otoño.
O la angustia con la que se vive este estancamiento que no es más que una cierta muerte en vida... Ver, por ejemplo, el canto XIX:
Por más que sopla el viento no logra refrescarnos
y bajo los cipreses sigue siendo la sombra muy estrecha
y todo en torno es cuesta arriba a las montañas;
son una carga
los amigos que ya no saben como morir.
Veintiún años después de Mythistórima Seferis publica Tría poiímata krymméno (Tres poemas escondidos) - 1966 - que incluye el poema que aquí nos llama: Therinó Iliostásio (Solsticio de verano). Con la perspectiva del tiempo el poeta nos habla del camino a seguir a pesar de ese estancamiento que, en ocasiones, parece una cárcel sin salida. En este poema Seferis nos habla de esa sabiduría indefinida a la que Platón apunta en su Alcibíades, y para ello nos llama a nos desfallecer. Así en el canto IX:
Rema en el oscuro río
a contracorriente;
recorre el camino ignoto
a ciegas, obstinado,
y busca palabras enraizadas
como el olivo de muchos nudos -
déjalos que se rían.
Desea que pueblen también otras personas
la soledad sofocante de hoy
en este presente aniquilado -
déjalos.
El viento del mar y la brisa del alba
existen sin que se lo pida nadie.
En el pequeño jardín de diez zancadas
puedes contemplar como cae la luz del sol
sobre dos claveles rojos
un olivo y una magra madreselva.
Acepta quien eres.
El poema
no lo sumerjas en los hondos sicomoros
aliméntalo con la tierra y la roca que tienes.
Todo lo demás -
cava ahí para encontrarlo.
Grabado de M. C. Escher. |
el cambio se produce cuando uno se convierte en lo que es, no cuando trata de convertirse en lo que no es. El cambio no tiene lugar merced al intento coactivo realizado por el individuo para cambiar o por otra persona para cambiarlo, pero sí tiene lugar cuando aquel invierte tiempo y esfuerzo en ser lo que es - en entregarse plenamente en la situación actual -. Al rechazar el papel de agentes del cambio, posibilitamos cambio significativo. [5]
Por su importancia vamos a comentar con detalle este canto VII, al que decribiría como el núcleo del poema:
El papel blanco duro espejo
solo devuelve lo que fuiste.
El papel blanco habla con tu voz,
tu propia voz
no la que te place;
El papel en blanco es el espejo de la conciencia en la que se refleja nuestro yo y que nos devuelve la verdadera imagen de lo que somos (solo devuelve lo que fuiste). El papel blanco devuelve una voz, como dice, más real que la propia (la voz del yo), una voz que viene del reflejo que es algo más que la imagen que se refleja en ella. El papel en blanco del poeta entendido como la superficie muda de la conciencia sobre la que se refleja nuestro narcisismo que nos ha hecho despilfarrar la vida, y es así que el poeta continúa:
tu música es la vida
esa que has despilfarrado.
Puedes ganarla de nuevo si lo quieres
si te clavas en esa cosa indiferente
que te echa atrás
al lugar del que partiste.
¿Qué es "esa cosa indiferente" a la que se refiere el poeta dirigiéndonos al lugar del que partimos? Quizá una pista que nos oriente sea la referencia que hace el analista junguiano Walter Boechat cuando dice, citando a James Hillman:
Hillman (1975) recuerda que la memoria en análisis no es sólo un retorno a los hechos localizados en la infancia, como al principio pensamos, sino verdaderamente un retorno a los orígenes, una epistrophé como la que hace Ulises en su retorno a Ítaca. [6]
Mandala tibetano que lleva escrito el mantra "OM MANI PADME HUM" |
La vida nos acostumbra, más allá del mezzo del cammin, a la presencia de lejanías, tanto si miramos hacia atrás, como si lo hacemos hacia adelante. A medida que vamos envejeciendo eso se acusa, claro está, hasta que un día nos damos cuenta que las lejanías han ido desapareciendo y que, mires donde mires, todo es igual de cercano. No es una sensación en absoluto desagradable, porque significa que, después de jugar toda la vida en contra de tantas fuerzas, uno empieza a tener de su banda una de las más poderosas del universo, que es la indiferencia. Pero indiferencia en el sentido de una falta de sentimiento a favor o en contra, y aplicable entonces, tanto a una persona como a una estrella. No indiferencia en el sentido de falta de interés, contigua con el significado de la palabra egoísmo. La indiferencia a la que me refiero ahorra la angustia por lo que no es fundamental, y para lo que es ineluctable, aquello que siendo importante, incluso trascendente, no podrá cambiar nunca. Vecina de la lucidez, nos libera justamente de aquello que es superfluo y de lo que es inútil. [7] - traducido del catalán -
Es una mirada, una visión, una actitud que requiere del paso por el tiempo y la experiencia, siempre y cuando se haya acompañado con la consciencia. Es por ello que, en muchas ocasiones, queda reservada para ese "más allá del mezzo del camin", surgiendo esa paradoja a la que alude Margarit entre la lejanía y la cercanía y que, en cierta medida, lo podemos comprender como que la tensión entre los opuestos se relaja, y que esa mirada indiferente es una mirada menos polarizada, más creativa que lo acerca todo más al centro como decían, cada uno a su manera, Friedlander y su punto cero o Jung y la conjunción o la cosa indiferente de Seferis, siendo por ello también, una mirada más desapegada, comprensiva, compasiva y amorosa.
Seferis nos pide que nos enraicemos, que nos fundamentemos en esa "cosa indiferente", por ello indeterminada, indefinida, que se resiste a ser aprehendida por los conceptos humanos y que queda reservada, como experiencia, en lo subjetivo y personal.
Viajaste, muchas lunas has visto muchos soles,
tocaste muertos y vivos
sentiste el dolor del joven
y el lamento de la mujer
la tristeza del niño inmaduro -
lo que sentiste se derrumba irreal
sino confías en este vacío.
Tal vez halles ahí lo que creías perdido;
el brote de la juventud, el justo naufragio de la edad.
Sólo ese centro, ese vacío, esa "cosa indiferente" parece lograr dar sostenimiento al ser y a la existencia, a la propia existencia y a su recorrido. Cuando leo esta poesía recuerdo la de Walt Withman "Me siento a contemplar", donde los horrores de la vida son simplemente contemplados, o como dice Walt: "me siento a contemplar, a ver, a oír, y permanezco mudo". Fuera de ese enraizamiento en la "cosa indiferente", el poeta nos dice "lo que sentiste se derrumba irreal", es decir, en el sinsentido. Cito otra vez a Walt: "¡Oh mi yo!, la pregunta triste que vuelve - ¿qué de bueno hay en medio de estas cosas, oh, mi yo, oh vida?". Este sostenimiento sobre algo que no se puede conceptualizar es también descrito por Jung hacia el final de su vida, cuando en la autobiografía escrita con Aniella Jaffé dice:
De nada estoy seguro del todo. No tengo convicción alguna definitiva, propiamente de nada. Sólo sé que nací y existo y me da la sensación de que soy llevado. Existo sobre la base de algo que no conozco. Pese a toda la inseguridad, siento una solidez en lo existente y una continuidad en mi ser. [8]
Es ese vacío en el que tenemos que confiar, esa cosa indiferente en la que nos tenemos que clavar y donde uno halla finalmente sus repuestas. Aniella Jaffé decía de Jung, como podría decir de Kavafis o Seferis:
Para él, el sentido provenía de una larga vida, rica en experiencia y de más de medio siglo de investigación sobre la psiquis humana. Encontró una respuesta que le satisfizo, que coincidía con su conocimiento científico pero que no pretendía ser científica. No existe una respuesta objetivamente válida a la pregunta del sentido; pues, además del pensamiento objetivo, la valoración subjetiva también juega un papel. Cada respuesta constituye un mito que el hombre crea para responder a lo que no tiene respuesta. [9]
Los versos finales de esta magnífica poesía dicen:
Tu vida es lo que has dado
este vacío es lo que has dado
el papel en blanco.
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[*] Los versos que se citan en este comentario son de la traducción de Yorgos Seferis por parte de Sela Alcira y Fernando Segovia: Mythistórima. Poesía Completa. Galaxia Gutemberg.
[1] Platón. Obras completas de Platón, vol. I. El primer Alcibíades. Siltolá, Clásicos Recuperados.
[2] Ídem anterior.
[3] Jung, C. G. Tipos psicológicos. Definiciones. Edhasa. Par. 854
[4] Ver nota 1
[5] Bleiser, Arnold. La paradoja del cambio: Acepta ser como eres, en Teoría y técnica de la psicoterapia guestáltica. Amorrortu editores.
[6] Boechat, Walter. El mito y la individuación. Ediciones WB, pág. 218 (citando a James Hillman)
[7] Margarit, Joan. No era lluny ni dificil. Ed. Proa. Texto procedente del prólogo del autor.
[8] Jung, C. G. Recuerdos, sueños, pensamientos. Biblioteca breve. Seix Barral. pág. 375
[9] Jaffé, Aniella. El mito del sentido en la obra de Jung. Editorial Mirarch, pág. 23
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