I. UN POCO DE HISTORIA.
La edad madura: primera versión. |
Camille Claudel, hermana del poeta, dramaturgo y diplomático Paul Claudel, contaba con diecinueve años cuando llegó a París (1883) para continuar sus estudios de escultura, si bien en aquel momento, y a pesar de su juventud, ya era una escultora reconocida. Allí conoce al reconocido escultor y coleccionista de infidelidades Auguste Rodin, quien cuenta por aquel entonces con cuarenta y tres años. Camille se enamora intensamente del esculto e inician entonces lo que será una intensa y turbia relación en la que el famoso escultor parece realizar promesas que no cumplirá, puesto que Rodin se halla sentimentalmente unido a otra mujer, Rose Beuret, a la que no está dispuesto a abandonar. Sin embargo, Rodin no es claro... Alquila en el parque de Clos-Payen una casa del siglo XVIII, La Folie-Neubourg, y allí se reune en secreto con Camille a la que hace su amante. Es en esta época que Camille queda embarazada de Rodin teniendo que abortar... Desde que Camille entra en la órbita de Rodin cae indefectiblemente en el mundo del ocultamiento... Se desdibuja como escultora, presa de los celos como amante es una amante oculta que debe abortar y recuperarse clandestinamente. Oculta, siempre oculta, mientras Rodin va y viene de ella a Rose Beuret. Y es en ese ocultamiento, como veremos, donde se forja el posterior desarrollo de la psicosis paranoiva de Camille. Ese ocultamiento, entendido como un ¿qué quiere de mi?, como un ¿por qué me oculta?, devienen en preguntas sin respuesta, interrogantes en permanente suspensión para Camille.
Camille Claudel |
La edad madura: segunda versión |
II. LA OBRA Y LA PSICOSIS.
¿Qué nos dice la escultura en cuestión más allá de lo obvio? Observemos un poco ambas versiones de La edad madura. ¿Con qué nos encontramos y, sobretodo, qué nos dice de Camille Claudel y su trágico destino? Aunque parto de impresiones bastante subjetivas las contemplaremos para comprender desde ella el futuro delirio de Camille.
En primer lugar podemos observar una característica de la psique psicótica: la rival (Rose Beuret) que pretende usurpar el lugar de Camille. Efectivamente, en la primera versión podemos ver la joven Camille agarrada de un brazo de Rodin quién a su vez es agarrado por Rose que pretende hacerlo suyo. En la segunda versión la representación es aun más dramática y parece que Rodin es definitivamente arrancado de una implorante Camille. A diferencia del neurótico, cuyos conflictos son con la autoridad, el psicótico tiene un posicionamiento distinto, y el conflicto se establece con rivales horizontales, como Rose Beuret en el caso de Camille, quien a sus ojos trata de usurparle el lugar al lado de Rodin.
En segundo lugar, y aunque entiendo que se trata de una apreciación muy subjetiva mía, la misma escultura destila esa incomprensión del ocultamiento, y que en el caso de la psique psicótica entraña una imposibilidad del pasaje que va del otro al Otro, es decir, de las significaciones conocidas a los significantes que posibilitan y fundan nuevas significaciones. Las consecuencias de la forclusión, es decir, del rechazo radical de la función paterna, de su ocultación, conlleva que el acceso a lo simbólico queda imaginarizado, con la consecuencia de que la psique psicótica necesita referenciarse a un modelo al que imitar (y creo que, en este sentido su hermano Paul jugó un papel importante). Cuando las circunstancias vitales llevan a situaciones para las que el modelo no ofrece respuesta nos hallamos ante el punto crítico que puede desencadenar la crisis psicótica. ¿Qué quiere de mi? ¿Por qué me oculta? devienen ese tipo de preguntas para las que no se tiene respuesta.
En tercer lugar, y si observamos en detalle las esculturas (ver arriba las interesantes tomas fotográficas de ambas versiones) vemos esa especie de posesión de la mujer que arrastra al hombre y que, en cierto sentido, lo oculta a la joven. Me resulta una buena metáfora de la forclusión de la función paterna: no hay mirada para el padre y, en consecuencia, no hay mirada del padre como ley ni tampoco del padre que nombra y ubica. El aspecto siniestro con la que es representada la mujer, su rostro más propio de una bruja de Goya, también nos refiere a esa visión monstruosa de lo materno (el deseo posesivo y tenebroso) que lleva al tema clásico del "odio a la madre", y que en el caso de Camille Claudel se confirma por la relación sumamente conflictiva con su madre y a la decisión de esta, tras la muerte del padre - quien la protegía -, de internarla treinta años privada de visitas y de correspondencia hasta el día de su muerte, decisión que no sin cierta sorpresa fue mantenida también por su hermano Paul, quien ante su hermana se debatió entre la incomprensión y la culpa..
En la película citada, dice la escultora de La edad madura las siguientes palabras: "Yo soy esa mujer que sobre sus huesos sólo lleva el tiempo y esa joven que ya perdió su juventud también soy yo. Y el hombre también soy yo, no tú. Le di toda mi dureza y el me dio su vacío a cambio. Eso es, yo soy tres veces, la sagrada trinidad, la trinidad del vacío". Dramáticas palabras que se cierran en esa trinidad del vacío que no es más que la trinidad que se deriva de la forclusión.
III. OBRA Y DELIRIO.
Detalle de la Edad madura: primera versión. |
En segundo lugar, y aunque entiendo que se trata de una apreciación muy subjetiva mía, la misma escultura destila esa incomprensión del ocultamiento, y que en el caso de la psique psicótica entraña una imposibilidad del pasaje que va del otro al Otro, es decir, de las significaciones conocidas a los significantes que posibilitan y fundan nuevas significaciones. Las consecuencias de la forclusión, es decir, del rechazo radical de la función paterna, de su ocultación, conlleva que el acceso a lo simbólico queda imaginarizado, con la consecuencia de que la psique psicótica necesita referenciarse a un modelo al que imitar (y creo que, en este sentido su hermano Paul jugó un papel importante). Cuando las circunstancias vitales llevan a situaciones para las que el modelo no ofrece respuesta nos hallamos ante el punto crítico que puede desencadenar la crisis psicótica. ¿Qué quiere de mi? ¿Por qué me oculta? devienen ese tipo de preguntas para las que no se tiene respuesta.
Detalle de la Edad madura: segunda versión. |
En tercer lugar, y si observamos en detalle las esculturas (ver arriba las interesantes tomas fotográficas de ambas versiones) vemos esa especie de posesión de la mujer que arrastra al hombre y que, en cierto sentido, lo oculta a la joven. Me resulta una buena metáfora de la forclusión de la función paterna: no hay mirada para el padre y, en consecuencia, no hay mirada del padre como ley ni tampoco del padre que nombra y ubica. El aspecto siniestro con la que es representada la mujer, su rostro más propio de una bruja de Goya, también nos refiere a esa visión monstruosa de lo materno (el deseo posesivo y tenebroso) que lleva al tema clásico del "odio a la madre", y que en el caso de Camille Claudel se confirma por la relación sumamente conflictiva con su madre y a la decisión de esta, tras la muerte del padre - quien la protegía -, de internarla treinta años privada de visitas y de correspondencia hasta el día de su muerte, decisión que no sin cierta sorpresa fue mantenida también por su hermano Paul, quien ante su hermana se debatió entre la incomprensión y la culpa..
En la película citada, dice la escultora de La edad madura las siguientes palabras: "Yo soy esa mujer que sobre sus huesos sólo lleva el tiempo y esa joven que ya perdió su juventud también soy yo. Y el hombre también soy yo, no tú. Le di toda mi dureza y el me dio su vacío a cambio. Eso es, yo soy tres veces, la sagrada trinidad, la trinidad del vacío". Dramáticas palabras que se cierran en esa trinidad del vacío que no es más que la trinidad que se deriva de la forclusión.
III. OBRA Y DELIRIO.
Auguste Rodin |
En realidad La edad madura pretende, dentro de la psique psicótica, encontrar su inscripción en lo social (como Lacan nos muestra en el caso de James Joyce o de Aimée - Marguerite Anzieu -), es decir: tener un nombre. En una escena de la película Camille (Isabelle Adjani) le dice a Rodin (Gérard Depardieu): "¡El trabajo que yo hice para tí estuvo bien! ¡La señorita Claudel alumna de Rodin! ¡La señorita Claudel hace obras de Rodin! ¡La señorita Claudel recoje sus migajas y las mete en sus esculturas! ¡Eso es lo que has permitido! ¡Eso es lo que no dices!". Para añadir luego: "¡¡Tú me lo has robado todo. Mi juventud, mi trabajo, todo...!!"
Para Camille esto es lo que representaba exponer su amor por Rodin, que lo oculto fuera dado a conocer a los ojos del público a través de su escultura. La obra de arte pretende así hacer justicia al ocultamiento que Rodin hace de Camille, y al mismo tiempo adquiere el valor de darle nombre, de darle re-conocimiento (la inscripción en lo social surge allí donde falló la inscripción en la estructura familiar). Dice en otro momento de la película: "Me parece que me he convertido en una extraña. Siempre hay algo ausente que me atormenta", para añadir posteriormente: "¡Pues pienso seguir mi propio camino! ¡¡Adquirí ese derecho!". Al interferir Rodin en la exposición de la escultura, es decir, allí donde la obra de arte es de nuevo velada, donde la respuesta de Camille es de nuevo ocultada y, en consecuencia, su inscripción en lo social negada ya no queda más que el delirio y el posterior pasaje al acto, que no es más, para el psicótico, que hacer justicia donde la ley claudica.
Camille Claudel en el asilo de Montdevergues (1929). |
Acabaré con las siguientes palabras de Camille escritas a su hermano Paul desde el asilo de Montdevergues: "... no quede yo para siempre en esta nada con barrotes que es la prisión de locos, donde mi madre y todos ustedes me han confinado, por haber tratado de ser Camille y mujer, Camille y artista, Camille y amante y libre".
es tan rica la interpretación que me deja mudo de palabras y lleno de interrogantes... Sepan disculpar la impertinencia de felicitarlos.
ResponderEliminar