El haiku es una de las formas poéticas más breves de la literatura. Proviene de Japón, y como forma se caracteriza por ser un poema de diecisiete sílabas distribuidas en tres versos de 5-7-5 sílabas respectivamente y, en general, entre cinco y ocho palabras. A veces la regla de 5-7-5 se modifica, pero sí se mantiene que el total de sílabas sea de diecisiete.
Hace muchos años que leí por primera vez un haiku, y no era japonés sino de Jorge Luis Borges. En su libro "La Cifra" publicaba diecisiete haikus y recuerdo como me impactó su lectura. La fuerza sorprendente que tenían, la impresión que me causaron haikus como el siguiente:
La vasta noche
no es ahora otra cosa
que una fragancia.
Así, con el tiempo, fui descubriendo como otros poetas habían practicado esta forma poética minimalista. De entre ellos me sorprendió la belleza de los haikus que escribió el poeta mexicano Juan José Tablada, gran introductor de esta forma poética en el ámbito latinoamericano, y a los que llamó poemas sintéticos, poemas como este:
Tierno Sauz
casi oro, casi ámbar,
casi luz.
Más tarde descubrí los haikus que escribió Mario Benedetti en su libro "Rincón de haikus", como este que tanto nos incumbe en los tiempos que corren:
nos van dejando
sin árboles sin ubres
sin fe sin ríos.
En todos ellos me sorprendía como desde aquella concisión asomaba lo que me parecía una profunda experiencia emocional y espiritual de una gran paz y belleza, una mirada profundamente contemplativa. De Octavio Paz - otro de los grandes poetas latinoamericanos que escribió haikus y que profundizó en su estudio - recojo precisamente las siguientes palabras sobre Matsuo Basho (1644-1694), el poeta japonés que dio al haiku un nuevo sentido, y que la aproximan a mi misma experiencia tanto con su lectura, así como la que ha sido, y es con su posterior escritura:
Basho recoge este nuevo lenguaje coloquial, libre e informal, y con él busca lo mismo que los antiguos: el instante poético. El haiku se convierte en la anotación rápida, verdadera recreación, de un momento privilegiado, exclamación poética, caligrafía, pintura y escuela de meditación, todo junto. [1]
I. HAIKU: DE LA PALABRA POÉTICA AL SILENCIO POÉTICO.
No es mi objetivo, con estas palabras introductorias, profundizar sobre los orígenes del haiku japonés y su desarrollo a través de la historia, ni tampoco de sus adaptaciones y libres utilizaciones en la poesía occidental. Yo os quiero hablar de lo que para mí es el haiku, y quizá por eso tengo que remontarme al primero que escribí:
I dins de la nit
arriba un despertar: llega un despertar:
la llum d'un somni.
Este fue escrito bajo la impresión de contemplar los rayos de un Sol que se levantaba al amanecer, y que atravesando las grietas que dejaban las oscuras nubes iluminaban parcialmente las sierras montañosas y sus valles.
La experiencia cuando lo escribí la sentí afín a la reflexión de Octavio Paz en su ensayo "Tres Momentos de la literatura japonesa", y más allá de una de las propiedades fundamentales del haiku como es la concentración, o sea, decir algo de gran intensidad con muy pocos elementos, destaca lo que podríamos definir como la dinámica intrínseca del haiku, una dialéctica que está implícita con su estructura de 3 versos y que nos recuerda la tríada hegeliana de tesis, antítesis y síntesis aunque, como veremos, con matices. Octavio Paz lo describe con una gran sencillez al referirse a un haiku de Matsuo Basho, donde nos dice:
Un viejo estanque:
salta una rana zas!
chapoteo.
Nos enfrentamos a una casi prosaica enunciación de hechos: el estanque, el salto de la rana, el chasquido del agua. Nada menos "poético": palabras comunes y un hecho insignificante. Basho nos ha dado simples apuntes, como si nos mostrara con el dedo dos o tres realidades inconexas que, sin embargo, tienen un "sentido" que nos toca a nosotros descubrir. El lector debe recrear el poema. En la primera línea encontramos el elemento pasivo: el viejo estanque y su silencio. En la segunda, la sorpresa del salto de la rana, que rompe la quietud. Del encuentro de estos dos elementos debe brotar la iluminación poética. Y esta iluminación consiste en volver al silencio del que partió el poema, sólo que ahora cargado de significación. A la manera del agua que se extiende en círculos concéntricos, nuestra conciencia se extenderá en oleadas sucesivas de asociaciones. El pequeño haiku es un mundo de resonancias, ecos y correspondencias ... [2]
Matsuo Basho |
Tenemos el estanque silencioso, el elemento yin, el elemento pasivo, el fueki, lo estable; y tenemos el salto de la rana, el elemento yang, el elemento activo, el riuko, lo cambiante. El chapoteo es la resultante del encuentro de los dos elementos para generar un tercero, el acto creativo. Recordemos los versos de Lao Tzé del Tao Te King cuando dice:
El sentido genera el Uno.
el Uno genera el Dos.
El Dos genera el Tres.
Y el Tres genera todas las cosas. [3]
Del mismo modo lo podemos relacionar con la tríada a la que Jung le daba tanta importancia y de la que, por ejemplo, se nos dice:
El arquetipo trinitario simboliza el aspecto dinámico o vital [...] El número tres está asociado con el proceso creativo [...] Cada forma de energía de la naturaleza tiene, de hecho, la forma de un par de opuestos, unidos por un tercer factor, producto suyo. Por tanto, el triángulo es el símbolo de un par de opuestos unidos por encima o por debajo por un tercer factor ". [4]
Contemplado desde este punto de vista podemos ver en mi primer haiku como el primer verso implica el elemento yin, pasivo, la negra noche, en este caso utilizada como metáfora del inconsciente. El segundo verso implica el elemento yang, activo, el despertar como metáfora de la conciencia. Y, finalmente, el tercer verso, la síntesis donde la noche del inconsciente y la luz de la conciencia se encuentran en la forma del sueño que durante la noche invade nuestro descanso para llevarnos a despertar a aspectos y dimensiones de nosotros que desconocíamos.
Ahora bien, la esencia del Haiku va más allá de esta lectura que acabamos de hacer. Es muy interesante el comentario que Francisco F. Villalba hace respecto el "Haiku de Las cuatro estaciones" de Basho, y donde nos dice de esta forma poética que más importante que lo que se dice es lo que no se dice, y por eso la vincula esencialmente con la experiencia espiritual. Nos dice Villalba:
Aunque pueda decirse que el haiku es un símbolo de la visión intuitiva de la realidad, creo que es algo más [...] es la experiencia espiritual por excelencia, es decir, la liberación de los límites del lenguaje, la experiencia del estado pre-simbólico.
[...] la fuerza del haiku no reside solamente en lo que no dice, sino en la intensa relación que mantiene lo dicho con lo no-dicho, lo expresado con lo no-expresado, lo visible con lo invisible. Ambos factores son esenciales. [5]
Fijaros que los versos de Lao Tzé que hemos citado más arriba ponen el Sentido, el Tao, antes del Uno: El sentido genera el Uno - nos dice -. Pero... ¿qué es el Sentido? Evidentemente es lo que no es simbolizable, lo que está más allá del lenguaje, el estado pre-simbólico del que nos habla Villalba. Se diría que nos aproxima al concepto de lo Real descrito por el psicoanalista francés Jacques Lacan para diferenciarlo del de realidad. Mientras ésta está mediatizada por lo simbólico, por el orden del lenguaje, el primero se corresponde al estado pre-simbólico, a lo no representable.
Más allá de la discusión de si se puede escribir verdaderamente haikus fuera de las lenguas ideogramáticas, como lo es el japonés, los occidentales podemos intentarlo, aunque sea como una ligera aproximación. Volviendo a mi primer haiku, se trata de captar esta relación entre lo dicho y lo no dicho, entre lo simbólico y lo pre-simbólico, entre la realidad y lo real. Por eso es importante recurrir a la dimensión de las emociones y los sentimientos que nos suscita, como en mi caso, la contemplación de una imagen como la que inspiró mi primer haiku. Este encuentro entre la oscuridad y la luz, el despertar a través del sueño, lo acompaña un sentimiento de numinosidad, del encuentro entre el yo y algo de mi ser que conoce mucho más que yo (el Sí-mismo que Jung definía ), y que deviene de la cuestión, como le preguntaba Fraser Boas a la analista junguiana Marie-Louise von Franz, sobre quien era el hacedor de los sueños. ¿De dónde vienen los sueños, quién o qué los hace? A las que esta eminente analista le respondía:
Este es el gran misterio. ¿Quién engendra los sueños? [...] La base desde la que se producen los sueños parece ser, utilizando una expresión vaga, la misma Naturaleza. Es un fenómeno natural que proviene de la misma fuente que un árbol o un jabalí. Si se cree en Dios, dirá "Dios hace el jabalí", pero, en cualquier caso, es este poder desconocido o fuerza misteriosa que da origen a toda existencia. [6]
Decía Paul Celan que un rasgo característico de la poesía es su pretensión de infinitud. El poeta, sobre todo en occidente, parece exprimir la palabra en dos sentidos para alcanzar esa pretensión. El primero de ellos es exprimirla en sus significados, mientras que el segundo lo es con su extensión. Significado y extensión son dos grandes rasgos de la poesía occidental. Al revés, el haiku apunta justo al contrario: tendencia al silencio, a la sutil insinuación y concisión, brevedad. Decía Octavio Paz:
La poesía japonesa - o más exactamente el haiku - fue para mí un descubrimiento esencial en mi evolución poética y personal [...]
En cuanto a mi trabajo personal como poeta: le debo mucho a la poesía japonesa [...] Los poetas japoneses me enseñaron la concisión, la economía verbal, el arte de la reticencia y el silencio. Fue una gran enseñanza. [7]
Hay un precioso haiku de Octavio Paz que encuentro muy significativo al respecto, y que nos dice:
Anoche un fresno
a punto de decirme
algo - callóse.
Es este "callóse" el destino al que apunta todo haiku. El crepúsculo entre la palabra poética y el silencio poético, la frontera donde asoma el silencio anterior a la palabra. Un silencio donde se dan la mano el vacío y la plenitud. Donde el todo y la nada conviven. El momento previo a un big bang de otro orden al cósmico, un big bang que es la entrada en el orden del lenguaje, de la simbolización y la estructuración de la realidad, o quizás debería decir de las realidades. Y detrás de este orden el silencio, un silencio que se relaciona con lo irrepresentable de lo real.
Octavio Paz. |
Uno de mis últimos haikus se relaciona también con este crepúsculo, frontera entre la palabra y el silencio, y que dice:
Bosc endins, sobre Bosque adentro, sobre
la catifa de fulles, la alfombra de hojas,
la tardor calla. el otoño calla.
Tan sols espigues, Tan solo espigas,
la bellesa del senzill, la belleza de lo sencillo,
cap adorn fútil. ningún adorno fútil.
Aquestes fulles (o espigues)
fan florir
paraules de llum
Tota tu estàs Toda tu estás
en allò més senzill, un en aquello más sencillo, un
bastó és un vers. baston es un verso.
Que seria de ¿Qué sería de
l'eternitat sense el la eternidad sin el
breu, fugaç instant? breve, fugaz instante?
Este haiku, formulado como una pregunta, incluye en su interrogante la síntesis que su estructura nos sugiere: el elemento pasivo, que sería la eternidad, junto al elemento activo, el breve, fugaz instante, mediados por la preposición "sin". La interrogación es la resolución. Se sabe que esta pregunta sólo encuentra respuesta en una especie de silencio primordial que se sostiene en la emoción de extrañeza, de desorientación y desconcierto que nos invade cuando contraponemos ambos elementos y nos quedamos sin palabras. Se siente con certeza que la respuesta es que la eternidad no sería y, sin embargo, no lo podemos explicar. En este momento nos hallamos en el universo pre-simbólico y, aun así, estamos inducidos por el orden simbólico del lenguaje breve y conciso del haiku. Este momento es el momento del paso de la palabra poética al silencio poético. En palabras de Octavio Paz: "un silencio que no es la disolución sino la resolución del lenguaje" [8]
El haiku es intuición pura del aquí y el ahora. En esto vemos la influencia del Zen. El poeta tiene que abandonar sus actitudes personales. Debe evitar que su yo se interponga entre los objetos y la intuición de estos. Así la vanidad del poeta no debe manifestarse, no ha de querer componer un poema impulsado por su ambición. [10]
En este sentido, reconozco que me aproximo más a la concepción del haiku de Onitsura quien, como ya he comentado antes, introdujo en el haiku las imágenes poéticas, dándole a esta forma una nueva dimensión, introduciendo la subjetividad del poeta, con todo lo que esto, en su momento, representó de incomprensión para Onitsura. Sin embargo, dice Vicente Haya:
A quin paisatge A qué paisaje
poden adscriure els somnis pueden adscribirse los sueños
els sense pàtria. los sin patria.
[1] Paz, Octavio. Tres momentos de la literatura japonesa. OC2. FCE, pág. 342
[2] Ídem anterior, pág. 343
[3] Tzé, Lao. El Tao Te King. Version de Richard Wilhelm. Ed. Sirio.
[4] Baynes, H. G. Mithology of the soul, citat per Edward F. Edinger en Ego y arquetipos. Ed. Sirena de los Vientos, págs. 281 y 282
[5] Villalba, F. Francisco. Comentario al libro de Basho, Matsuo. Haiku de las cuatro estaciones. Miraguano Ediciones, págs. VI y VII.
[6] Boa, Fraser & von Franz, Marie Louise. El camino de los sueños. Ed. Cuatro Vientos, págs. 5-6
Tanaka Tokiyo en su artículo “El Haiku: la poesía japonesa más sencilla de la poesía Universal”. La cita corresponde al libro de Octavio Paz“Pequeña Crónica de Grandes Días” FCE, pág. 113
[7] Paz, Octavio. Recapitulaciones. OC1. FCE, pág. 297
[8] Ver nota 5, pág. XII
[9] Ver nota 5, pág. XII
[10] Haya, Vicente. Comentario al libro de Ueshima Onitsura “Palabras de luz. 90 haikus”. Miraguano Ediciones, pág. VII.
[11] Stein, Murray. El Mapa del alma según Jung. Ediciones Luciérnaga, pág. 202.
[12] Abrams, D. Sam (tria, notes i pròleg). Llum a les Golfes. Una antologia del haiku modern i contemporani català. Viena Edicions, pág. 16
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